Sobre una colina y ofreciendo unas impresionantes vistas del río Ebro, se levanta el castillo templario de Miravet, rodeado por una muralla de 25 metros de altura. Se trata de la fortaleza más imponente que levantó la poderosa orden del Temple en Europa. Sin embargo, la orden cayó en desgracia después de perder los últimos reductos cristianos en Tierra Santa. El rey francés, en connivencia con el papa, logró que fueran declarados herejes, con lo que sus bienes podían ser incautados. El rey catalán Jaime II siguió los pasos del monarca francés y puso cerco a la fortaleza de Miravet en diciembre de 1307. Aquí dentro, los monjes guerreros resistieron durante un año. Aunque finalmente tuvieron que rendirse, pudieron conservar la vida, a diferencia de sus hermanos franceses que murieron en la hoguera. Cuatro años después, en noviembre de 1312, en catedral de Tarragona se decretó solemnemente la inocencia de los templarios.